Los abonos cristalinos se disuelven rápidamente en agua y son absorbidos eficientemente por las raíces, siendo ideales para cultivos de alta demanda nutricional.
Los fosfatos son cruciales para el desarrollo de raíces fuertes y una mejor floración y fructificación en los cultivos, promoviendo también la resistencia a enfermedades.
Estos abonos suministran nitrógeno y azufre, fundamentales para el crecimiento rápido y la formación de proteínas en las plantas, siendo ideales para cultivos de hoja y vegetales de ciclo corto.
Los cloruros son una opción económica y efectiva para suministrar potasio y otros nutrientes esenciales, mejorando la resistencia de las plantas al estrés, especialmente en cultivos de frutas y hortalizas.
Los abonos cristalinos tienen alta solubilidad y pureza, están compuestos por materias primas de alta calidad y no contienen cloro. Estos abonos son recomendables para uso en fertiirrigación y aportan microelementos quelatados, sus fórmulas se adaptan a cada etapa del ciclo de cultivo.
Los abonos cristalinos están exentos de impurezas y cloruros y tienen un pH ácido para asegurar una rápida absorción de las plantas.
Los Fertilizantes Cristalinos Solubles NEVASOL son unos abonos hidrosolubles perfectos para sistemas de riego localizado (goteo, microaspersión, exudación), también se pueden usar con el riego por aspersión, a manta o aplicarlos a mano. Se pueden combinar con fertilizantes simples o productos más complejos.
Para aplicar los fertilizantes cristalinos debes:
Para administrarlo por pulverización aplica la solución a las plantaciones con un pulverizador.
Los abonos fosfatos son ricos en fósforo, lo cual es ideal para el crecimiento de las plantas. Su uso es recomendable en jardinería, agricultura y acuarios. El uso de abonos fosfatados sirve para fortalecer las raíces, desarrollar frutos sanos, enriquecer las frutas y verduras, mejorar la floración, etc.
Estos abonos fomentan el desarrollo radicular, mejoran la resistencia a enfermedades y son ideales para los cultivos de frutos.
Los abonos fosfatos requieren un cuidadoso calendario de aplicación para evitar los riesgos de que la lluvia se lleve el abono, por lo que no debes administrarlos las 48 horas antes de que llueva o sobre suelos con hielo, nieve o agua.
Para aplicarlos se debe colocar el fertilizante debajo del suelo o introducirlo en su interior, si es posible colocándolos a 5 centímetros de la semilla.
Los abonos nitratos sulfatos aportan nitrógeno y azufre, son esenciales para la nutrición y el crecimiento vegetativo y la formación de proteínas en plantas.
El nitrógeno es un elemento indispensable para las plantas, ya que es uno de los nutrientes principales para el correcto desarrollo de los cultivos.
Los abonos ricos en nitrógeno son ideales para mejorar la estructura celular de las plantas, incrementar el área foliar y ayudar a que se activen las células necesarias para realizar la fotosíntesis.
Promueven el crecimiento rápido y adecuado para los cultivos de hoja y vegetales de ciclo corto.
Para aplicar los abonos de nitratos sulfatos se pueden aplicar de diversas formas, puede ser aplicándolo a la superficie del suelo, por riego o de forma subterránea.
Los abonos de cloruro contienen cloro, el cual es un nutriente indispensable para el crecimiento de las plantas, corrigiendo deficiencias de cloro y potasio del suelo.
El uso de abonos con cloro fomenta la fotosíntesis, mejoran la tolerancia de las plantas frente a sequías y salinidad y mejoran la calidad de los frutos.
Además, estos abonos se pueden combinar con otros fertilizantes y son fáciles de almacenar y usar.
Es recomendable su uso en terrenos arenosos y plantaciones con deficiencias en potasio.
Para aplicarlo de puede hacer mediante una sola dosis o dosis periódicas, se puede esparcir por la superficie del suelo o mediante herramientas diseñadas para ello.
No es recomendable su uso en suelos salinos o en cultivos de hoja.
Los abonos sólidos son fertilizantes eficientes que liberan nutrientes gradualmente, mejorando la calidad del suelo y la productividad de los cultivos. Existen diferentes tipos, como cristalinos, fosfatos, nitratos sulfatos y cloruros, cada uno adaptado a necesidades específicas de las plantas, favoreciendo el crecimiento, la floración y la resistencia a factores de estrés.